.
A dineros pagados, brazos quebrados (después de cobrar, todo son excusas para no hacer lo acordado, cvc)A Dios y veámonos, como dijo un ciego a otro (fórmula popular que se emplea cuando no se está dispuesto a escuchar más razones en una discusión, cvc)Al buen callar llaman Sancho (aconseja la prudente moderación al hablar, cvc). Algo va de Pedro a Pedro (señala la diferencia que hay de un sujeto a otro, cvc). A quien cuece y amasa no le hurtes hogaza (no se puede engañar al que conoce las cosas por experiencia, cvc) . Bien vengas mal, si vienes solo (como con frecuencia problemas y desgracias vienen juntos, se encarece que sólo corresponda hacer frente a un contratiempo, cvc)Buen corazón quebranta mala ventura (no hay que derrumbarse ante las circunstancias adversas o la mala suerte, cvc)Cual el tiempo, tal el tiento (es conveniente adaptarse a los cambios en la sociedad y en la vida., cvc). Dádivas quebrantan peñas (lo que parece imposible de vencer suele ceder con obsequios., cvc)
.

¡ Son tantos los chascarrillos, proverbios y sentencias que nos ofrece El Quijote ! ¡ Y tan actuales! Los que anteceden y muchos otros; pero no las frases de que se da noticia en el post que sigue.

No me resisto a citar algunos de los consejos que en cierta ocasión diera don Quijote a Sancho Panza.
.

En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel escremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña, siendo antes garras de cernícalo lagartijero: puerco y extraordinario abuso. No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmazalado, si ya la descompostura y flojedad no cae debajo de socarronería, como se juzgó en la de Julio César. Toma con discreción el pulso a lo que pudiere valer tu oficio, y si sufriere que des librea a tus criados, dásela honesta y provechosa más que vistosa y bizarra, y repártela entre tus criados y los pobres: quiero decir que si has de vestir seis pajes, viste tres y otros tres pobres, y así tendrás pajes para el cielo y para el suelo; y este nuevo modo de dar librea no la alcanzan los vanagloriosos. No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería. Anda despacio; habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo, que toda afectación es mala. Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago. Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra. Ten cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos, ni de erutar delante de nadie.

EL Quijote, II, 43

.
Si no me equivoco, en su Diccionario del diablo Ambrose Bierce define la cita como «una manera de repetir erróneamente las palabras de otro». El celo de Bierce por el sentido original de una cita quizá parezca excesivo, pero en algunos casos la ironía parece confirmarse en forma de frases nunca pronunciadas que han pasado a la historia, ya sea por formulaciones inexactas, por significados añadidos o sencilla y llanamente porque nunca existieron. Ocurre con personajes de todo tipo, aunque hoy quisiera detenerme en algunas de las más conocidas atribuidas a filósofos, escritores o personajes de ficción.

Hay personajes que son identificados con frases que paradógicamente nunca dijeron. Una de las citas apócrifas más repetida es «Elemental, querido Watson», una palabras que nunca llegaron a salir de la boca de Sherlock Holmes y que Arthur Conan Doyle nunca llegó a escribir tal cuales. Sí encontramos, en cambio, expresiones similares como «interesante, pero elemental» o simplemente «elemental» en algunas historias como El sabueso de los Baskerville o El jorobado. Y lo mismo ocurre con James Bond y su célebre frase «Mi nombre es Bond, James Bond». Fue el cine el que popularizó esta presentación, que nunca fue escrita por Ian Fleming.

En la filosofía también son habituales este tipo de falsas atribuciones, a menudo llevados por la sonoridad de una frase y la profundidad de su sentido. La máxima «Conócete a ti mismo» es habitualmente atribuida a Sócrates, pero en realidad es una cita del oráculo de Delfos. Lo que ocurre es que Sócrates la menciona en uno de los diálogos de Platón. Pero más grave es aún en el caso de Voltaire y su cita «No estoy de acuerdo contigo, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». No hay ni rastro de esta frase en las obras de Voltaire. La primera referencia que encontramos es de Beatrice Hall, que atribuye al filósofo estas palabras en su biografía The Friends of Voltaire.

Por otra parte, la frase más conocida y repetida de El príncipe de Maquiavelo, «El fin justifica los medios», en realidad no aparece en esta obra en ningún momento. No es raro que se le atribuyan frases apócrifas a Maquiavelo habida cuenta del abismo que hay entre lo que habitualmente se considera sobre lo que dice El príncipe y el sentido original con que fue escrito. La formulación por primera vez en las Heroidas de Ovidio en su formulación «Exitus acta probat». Sin embargo, una frase muy parecida la encontramos en su Historia de Florencia.

Ahora bien, el récord de citas falsamente atribuidas ‒que yo sepa‒ se lo lleva El Quijote. No es extraño escuchar la frase «Cosas veredes, Sancho, que farán fablar las piedras» para referirse a algo que nos causa sorpresa o perplejidad. La cita está atribuida a don Quijote, seguramente porque se dirige al personaje de Sancho y porque tiene un lenguaje arcaizante, pero lo cierto es que don Quijote nunca llega a pronunciar semejante frase ni ninguna parecida. El verdadero origen de esta expresión hay que buscarlo en el Cantar de Mío Cid, cuando Rodrigo Díaz de Vivar le dice a Alfonso VI «Muchos males han venido por los reyes que se ausentan…», y el rey contesta «Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras». Como puede verse, en un principio la expresión era «tenedes» en lugar de «veredes».

También ocurre con la frase «Ladran, Sancho, señal que cabalgamos», que es una invitación a hacer oídos sordos a las malas palabras de nuestros enemigos y a seguir adelante sin detener el paso. Una vez más se atribuye a don Quijote, por motivos casi idénticos a la anterior. Según el escritor Arturo Ortega Morán expresiones parecidas, con perros que ladran a caminantes como metáfora de las críticas, aparecen desde mucho antes del Quijote, aunque el origen más probable de la expresión parece ser el poema Labrador de Goethe. La causa que hizo que Sancho entrara en la cita es un absoluto misterio, pero lo que sí se sabe es que Orson Wells contribuyó a extender el error al colocar la frase en boca de don Quijote en su versión cinematográfica.

Por último, otras citas, aunque son más fieles a la forma original, han alterado notablemente su significado. La frase «Con la iglesia hemos topado», que originariamente era «Con la iglesia hemos dado, Sancho», hay que situarla en su contexto dentro del libro: por la noche la inmortal pareja está buscando a ciegas el palacio de Dulcinea cuando se encuentran la iglesia del Toboso. Aparte de la significación literal, ¿estaba en el texto original el sentido anticlerical que hoy en día se le da a esta expresión? Algunos de los más grandes expertos cervantinos ‒Francisco Rodríguez Marín, Martín de Riquer o Francisco Rico‒ niegan esta segunda interpretación y afirman que solo significa lo que dice literalmente.

 

Fuente: lapiedradesisifo.com

Next Post

Login to your account below

Fill the forms bellow to register

Retrieve your password

Please enter your username or email address to reset your password.