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El otro día tuve ocasión de conocer a una notaria de esta hornada. Humildad («para ser notario no es preciso ser muy inteligente sino constante, muy constante»), ilusión (pareja a su juventud), resiliencia (extraordinaria capacidad de sufrimiento y adaptación a la adversidad)… y en su caso -además- talento y belleza. Suerte tiene el Notariado de contar con personas así (más aquí). Y al revés, una suerte para cualquiera saber que, con independencia de su extración social y aun economía, podrá por su mérito «prosperar». Queda dicho, doble lujo.   

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  • Con solo 25 años, el tinerfeño Antonio Navarro consiguió una de las 90 plazas de las oposiciones más duras del país

 

Dalia Guerra | 22.02.2016

 

Antonio Navarro tiene 25 años, vive en La Laguna y desde el pasado 6 de febrero es el notario más joven de España. Ese fue el día que aprobó la última prueba de una de las oposiciones más duras que existen para acceder a la Administración Pública del Estado. La media para sacar esta oposición está en torno a los seis años pero Navarro invirtió solo 24 meses de estudios para lograr una de las 90 codiciadas plazas que se ofertaban en esta convocatoria. Es además el único canario que logró una plaza.

Nueve horas al día, seis días a la semana. Esta era la rutina de trabajo que tenía Navarro durante el tiempo que invirtió en prepararse para ser notario. «Normalmente me marcaba objetivos diarios, así que si no conseguía aprenderme el temario en ese tiempo tenía que hincar más los codos», explica.

«Descansaba los sábados para poder salir los viernes con mis amigos y poder dedicar ese día a jugar al billar, una de mis pasiones», ya que Navarro asegura que descuidar las relaciones sociales «es uno de los principales errores» de quienes se enfrentan a este proceso selectivo. «Se descuidan las relaciones sociales por obligación, sobre todo en los meses previos al examen, es un sin vivir», asegura.

Al principio se preparó por su cuenta, pero a medida que se acercaba el momento del examen buscó a un profesional que lo ayudara en su carrera hacia la notaría. «El notario, José Yeray Molillo, fue quien me guió en mi preparación», comenta Navarro, lo que llevó a trasladarse a Gran Canaria cada dos semanas para «cantarle los temas que ya había aprendido». Navarro asegura que escogió a Molinillo a pesar de que él aun residía en la isla vecina «porque había seguido los resultados de otros aspirantes a los que había preparado y habían sido muy buenos». Por eso, no le importaba dar un salto a Gran Canaria para cantarle la lección. Navarro explica que la tarea de preparar a un aspirante a notario se hace de manera gratuita «porque quieres ayudar a otros a entrar en la profesión» y asegura que él también quiere ser preparados en el futuro.

Navarro siempre lo tuvo claro, después de terminar la carrera de Derecho opositaría para ser notario. «El padre de un compañero de carrera es notario, enseguida vi que estaba muy preparado y me dije que tenía que ser como él», manifiesta. Para él la función notarial «es mi importante para la sociedad, porque nos dedicamos a prevenir los litigios posteriores».

La oposición consiste en cuatro pruebas eliminatorias. Las dos primeras, son exámenes orales en las que los candidatos tienen que «cantar» durante una hora varias de las 373 lecciones de los que se compone el temario. La elección de los temas se hace por sorteo, así que no sirve de nada estudiarse bien alguno de ellos con la excusa de que cae todos los años. La segunda parte del examen es resolver un dictamen jurídico. «Para mi es la más difícil de las cuatro», asegura Navarro. La última consiste en redactar una escritura pública y aprobarla significa acceder a una de las profesiones más prestigiosas del país.

La memoria se convirtió durante sus meses de preparación en su mejor aliada, ya que es una cualidad importante si se quiere acceder a esta profesión. «Los 1.976 artículos del Código Civil te los tienes que aprender al pie de la letra, así como el contenido de muchas otras leyes fundamentales», explica.

Sin embargo, para él los cambios constantes en la legislación española dificultan aun más la preparación de estas oposiciones. «Yo empecé las con unas leyes y las terminé con muchas modificadas», asegura. «En España vivimos un auténtico caos en cuanto a las modificaciones legislativas, que dificulta mucho nuestra práctica profesional», opina. «Los notarios tenemos que estar al día para poder asesorar bien a los clientes y eso hace que tengamos que mirar el BOE cada día para saber los cambios que se producen».

Un total de 820 personas de toda España se presentaron a la oposición, que se celebró en el Colegio Notarial de Barcelona. Navarro asegura que estas oposiciones «pueden arruinar la vida de una persona si no la sacas». El joven explica que algunos de los aspirantes, a pesar de estar muy bien preparados, no logran nunca obtener una plaza «porque hay factores que no puedes controlar como los nervios o que te pongas enfermo el día del examen». Asegura que muchos aspirantes lo intentan una y otra vez sin éxito, «hay que saber cuando desistir, porque después te ves con 35 años sin ninguna experiencia para dedicarte a nada más».

Navarro mantiene que una de las peores cosas de dedicar tanto tiempo a conseguir ser notario es que «nada te asegura que lo vayas a conseguir». Él asegura que nunca tuvo claro que fuera a aprobarlas, sobre todo al primer intento, pero mantiene que de haberlas suspendido «habría descansado un par de meses y lo habría vuelto a intentar al menos una vez más«.

Navarro explica que aunque ya es oficialmente notario todavía no puede ejercer. A mediados de este año se celebrará un concurso en el que podrá conseguir unas de las 213 vacantes que existen en el territorio nacional. «Optaré a una plaza y tengo posibilidades de quedarme en Tenerife, porque hay vacantes», asegura. Este joven espera que para septiembre ya esté trabajando en su propia notaría.

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Fuente: laopinion.es

 

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