quimera.
Se puede al tiempo ser escéptico, en el sentido griego del término (σκεπτικός skeptikós; propiamente ‘pensativo, reflexivo’… o como dice más abajo el autor, ‘investigador’), y contrario al relativismo.

  • Depende de las fuentes de conocimiento a las que uno conceda valor. La intuición o directamente la fe, ¿carecen de todo valor? Me pregunto si conceder a la ciencia capacidad explicativa de lo sobrenatural no habría de ir en contra de la conocida máxima que aconseja «dar a cada uno lo suyo».

Ten thousand difficulties do not make one doubt, as I understand the subject; difficulty and doubt are incommensurate. There of course may be difficulties in the evidence; but I am speaking of difficulties intrinsic to the doctrines themselves, or to their relations with each other. A man may be annoyed that he cannot work out a mathematical problem, of which the answer is or is not given to him, without doubting that it admits of an answer, or that a certain particular answer is the true one. Of all points of faith, the being of a God is, to my own apprehension, encompassed with most difficulty, and yet borne in upon our minds with most power. (Cardinal Newman)

  • Decia Chesterton que si a lo natural se quita lo sobrenatural, queda lo antinatural. Claro que siempre habrá quien argumentará que lo sobrenatural no existe; que allende lo natural no reina sino Quimera, la magia y la superstición. Cuestión de opinión, supongo. Solo que, con toda probabilidad, uno de los dos andará errado. Y bien, ¿quien?

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9 marzo 2016 | Oscar M Prieto

 

¿De dónde nos nace este anhelo tan humano por saber, por conocer? Siendo como somos insignificantes, es heroico nuestro empeño en desentrañar los misterios del universo. Nos asombramos por el hecho de que una hormiga cargue sobre sí con el peso de una hoja varias veces superior al suyo y apenas reparamos en que unos especímenes de nuestra misma especie hayan descubierto la existencia de las ondas gravitacionales. Atreverse a saber es el impulso descomunal y diferenciador del ser humano, es conmovedor como una lucha infinitamente desigual entre dos contrincantes, es una lección de orgullo y humildad al mismo tiempo.

Sin embargo, apenas sabemos. No conocemos ni siquiera aquello de lo que todos creemos estar seguros y a salvo de las dudas: la justicia. ¿Qué es la justicia? Les contaré una historia antes de que me respondan. En el año 155 a.C. Atenas envió una embajada a Roma para negociar las condiciones del castigo impuesto. Carneades de Cirene, filósofo, fue uno de los delegados y para demostrar que no existían verdades absolutas, por la mañana en su discurso defendió la existencia de una justicia universal y por la tarde, con otros argumentos igualmente convincentes, la negó.

En el discurso vespertino proponía al Senado el siguiente dilema: Dos náufragos en medio del mar y una sola tabla a la que aferrarse. Pero la tabla no puede resistir el peso de los dos. Solamente uno podrá salvarse. ¿Quién de los dos debería soltarse? ¿Quién d e los dos debería vivir? Lo justo sería que vivieran los dos, los dos merecen igualmente la vida, pero sólo puede vivir uno de ellos. Si se empeñan los dos en sujetarse, los dos morirán. ¿Qué dice la justicia en este caso?

No siempre es posible saber. Carneades era un filósofo de la escuela escéptica y como tal creía que la inteligencia humana no puede alcanzar un conocimiento incuestionable sobre nada en el mundo. Sin embargo, ‘escéptico’ viene del griego y significa ‘investigador’. Y esta es la grandeza: pese al convencimiento de no llegar nunca a descubrir, el empeño de seguir investigado. No importa si no siempre nos ponemos de acuerdo sobre aquello que es la justicia, si tenemos un corazón justo.

Salud.

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