agua.
Un debate entre vividores intensivos y extensivos… 

El autor, Luis M. Benito de Benito, médico de profesión, logra impactar, expresándose al tiempo con claridad y contundencia.

Muy recomendable su lectura, sin duda motivo de reflexión.

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Por muchos años que se viva, cuando se vive amando siempre se hace corto el camino. Y cuando el camino parece que llega a su fin, cuando los que caminan juntos atisban el horizonte en que deberán separarse, cuando ya casi puede uno poner el segundo año de su lápida o incluso hasta el mes, no es momento de detener el paso, ni de correr alocadamente buscando otros caminos, ni de parapetarse en una UCI, ni de rodearse de médicos o medicinas, sino que es la ocasión ideal para saborear cada vaso de agua, cada paso que queda apretando la mano y los corazones de los que quieres y has querido, para hacer las paces con los que litigaron contigo y para contemplar, desde el umbral de la eternidad, el valor tan relativo y efímero de todo lo que ocupó nuestra cabeza durante tantos años.

 

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Luis M. Benito de Benito – 6 de junio de 2015

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Es la frase que anima al circo. Parece el desafío al límite, a lo imposible. Algunos no se atreven con determinados retos porque lo consideran imposibles. Lo cierto es que el objetivo se vuelve realmente imposible cuando ni siquiera lo intentamos. Es imposible que te toque la lotería si no participas en ella, aunque sea regalada.

La ciencia médica, objeto alrededor del cual gira este blog, también tiene sus retos, sus desafíos. Y sería fácil enumerar los logros que ha conseguido gracias a los avances técnicos y la higiene. La mayor parte de la gente a la que preguntásemos señalaría como indicador clave de este progreso el incremento de la esperanza de vida. Actualmente en España ya supera los ochenta años cuando hace un siglo no llegaba a los sesenta. Esto ha generado una categoría nueva ya que la tercera edad se alargaba y duraba más que las otras dos juntas. No hay acuerdo en si llamarle cuarta edad o gente muy anciana. En Alemania han dividido ya las fases de la vida en tres periodos de treinta años: la etapa formativa (sí, se prolonga con estudios y másteres y demás contratos en prácticas…), la productiva (con trabajar treinta años como profesional cualificado ya es suficiente) y la pasiva (se supone que a los sesenta años ya se puede uno jubilar y disfrutar hasta los noventa de las pensiones bien merecidas).

No voy a entrar en las consideraciones sociales de esta realidad que daría para abordarla desde muchos puntos de vista (humano, económico, gerencial de servicios, de diseño urbanístico, de recursos sanitarios, etc) pero sí quiero hacerlo desde el prisma de la medicina asistencial.

Los avances de la medicina han generado su propio ogro y cada vez nos enfrentamos al más difícil todavía. La semana pasada vi en la consulta Segovia a una señora que venía a pedir segunda opinión. El caso que traía era el de un episodio de libro de colecistitis aguda litiásica: una vesícula repleta de piedras se inflama de manera súbita porque una de las chinitas de dentro se escapa y atasca la salida de la bilis. Fiebre, tiritona, ictericia, colestasis, … en fin, todo de libro. Afortunadamente, no se produjo pancreatitis (en ocasiones viene a continuación) y el cuadro se resolvió solo con tratamiento conservador, reposo intestinal, hidratación y antibióticos. Bueno, y si el caso es tan de libro y además se resolvió, ¿qué sentido tiene una «segunda opinión»? Pues que el paciente es su padre y tiene 97 años «muy bien llevados».

Así que recordé lo que en mis clases siempre les digo a los alumnos: en el futuro vuestro problema no será saber lo que tenéis que hacer sino si tenéis que hacerlo. Aplicando al caso este galimatías, la cuestión clínica está clara, indudable: en una colecistitis litiásica, está indicada la colecistectomía, hay que quitar la vesícula biliar. Pero ¿también en este caso y con 97 años? Aquí está el debate. Habrá que considerar la técnica (por supuesto y de elección sería laparoscópica, si es posible), la experiencia del equipo en casos de pacientes muy ancianos y analizar la comorbilidad asociada del paciente (enfermedades, alergias, estado nutricional,…) lo que, en definitiva, es intentar concretar lo más posible qué es eso de «97 muy bien llevados».

Tanto si se decide intervenir al paciente (habrá quien lo vea descabellado y fuera de toda lógica y otros que hayan ido acostumbrándose a aceptar ese tipo de retos) como si no, situaciones límite de este tipo son cada vez más frecuentes por la mayor esperanza de vida. Algunos equipos quirúrgicos ya se han ido especializando en estos casos límites cuyos resultados presentan en congresos médicos, bien como expresión de «esto es lo que hay y hay que coger el toro por los cuernos» o, menos frecuentemente, «he aquí un ejemplo más de cómo me crezco ante los casos que otros rechazan». Por supuesto, sólo se comunican los casos en los que uno se atrevió y la cosa salió bien (aunque muchas veces quien conoce el caso podría matizar lo que se considera como bien).

Veo en consulta pacientes nonagenarios con cambio de ritmo deposicional muy sugestivo de que puede tener una neoplasia, un cáncer. Casi entran ganas de mirar para otro lado. Hasta el pulso tiembla y titubeas para pedir una prueba del sangre oculta en heces (SOH) o una analítica de sangre. Pero es que otras veces ya te vienen además con esos resultados. Nuevamente estamos ante un caso similar: con anemia y SOH positivo, hay que hacer colonoscopia. Pero ¿también en nonagenarios? Claro que tiene muchas posibilidades de tener un tumor, pero ¿se lo van a operar? O bien, en el otro lado del debate, ¿cómo va a dejar de operarse? Lo cierto es que en mi experiencia hacemos colonoscopias a gente muy mayor. Miro mis estadísticas: los 26 tumores de colon que llevo encontrados este año por endoscopia, cuatro estaban en pacientes de entre 87 y 92 años.

Aplicar en estos casos el sentido común es muy controvertido. Considero que, si siempre es importante tener en cuenta el parecer del paciente, en estos casos su opinión debe pesar todavía más. Mucha gente que desde la tercera edad contempla la cuarta expresa su deseo de no prolongar su existencia con años de mala calidad. Llegar a los cien, sí pero si te falta la cabeza… dicen algunos que acaso han tenido a su cargo familiares con problemas degenerativos devastadores como el Alzheimer. A otros, un buen día, tras muchos de gozar de salud, se les declara una enfermedad de curso ominoso. Algunos consideran que ya han vivido bastante y afrontan la etapa final sin luchar a la desesperada por ganar unos meses más con tratamientos agresivos y costosos. Otros, aun teniendo «los deberes hechos y las deudas pagadas» intentan arañar segundos de existencia, acaso porque nunca pensaron que un día se morirían… Hay situaciones agónicas en las que la separación final, la muerte, supone un gran alivio para los que se separan. Otras veces parece que se ha ido demasiado pronto, «en la flor de la vida», como se lamentaba ante el féretro de su compañera de mus una señora de 95 años, seis años mayor que la finada. Porque el duelo y el pesar suele ser la norma en la muerte, por muy «natural» que sea.

Por muchos años que se viva, cuando se vive amando siempre se hace corto el camino. Y cuando el camino parece que llega a su fin, cuando los que caminan juntos atisban el horizonte en que deberán separarse, cuando ya casi puede uno poner el segundo año de su lápida o incluso hasta el mes, no es momento de detener el paso, ni de correr alocadamente buscando otros caminos, ni de parapetarse en una UCI, ni de rodearse de médicos o medicinas, sino que es la ocasión ideal para saborear cada vaso de agua, cada paso que queda apretando la mano y los corazones de los que quieres y has querido, para hacer las paces con los que litigaron contigo y para contemplar, desde el umbral de la eternidad, el valor tan relativo y efímero de todo lo que ocupó nuestra cabeza durante tantos años.

Los avances de la medicina nos harán longevos pero no eternos. Y estaría por dirimir si en los años de vida ganados hay mayor calidad de vida. Un debate entre vividores intensivos y extensivos. Pero eso, como diría Michael Ende, es otra historia que será contada en otra ocasión. Esta historia ha ido por ti, Mercedes.

 

Fuente: elmedicotraslaverdad.com

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