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¿Joven, encarnado, frutal… ? Me pregunto si lo que este video muestra es lo que a diario ocurre con tantas otras cuestiones de OPINIÓN

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 [youtube_sc url=»https://www.youtube.com/watch?v=DLUTDOaNjWs»]

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Claro que, todo puede ser, a lo mejor no hay vinos buenos ni malos sino que todo, absolutamente todo, es cuestión de gusto, de pura opinión. ¿Será eso?

Con la poesía, la música o la pintura, pasaría  como con el vino: uno no entiende nada, o muy poco. Eso sí te gusta, más o menos, o no te gusta…

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Por obra de intuición -no siempre de comprensión- uno llega a reconocer la talla de artistas como Picasso, Debussy o Borges. Cuesta trabajo pensar que todo sea fruto del acostumbramiento, de nuestra educación y su fama.

Frente al relativismo (en realidad, otra forma de reducción a lo absoluto) en anterior entrada expresamos nuestra reticencia y dudas (más aquí).

Incluso el caos, más allá de la razón y coordenadas espacio-tiempo, podría tener su propia «lógica»; ciertamente difícil de asimilar para la preordenada y limitada inteligencia humana.

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Los gustos se acompasan a los estados de ánimo, a las distintas personalidades, contribuyendo a su caracterización. Esto no impide que diversidad y calidad de gustos sean nociones compatibles. A cada cual, variedad y calidad, lo suyo:

  • Los diversos gustos -y las personas que los poseen- serían a modo de parcelas, más o menos distantes entre sí, de una misma corteza terrestre. Hay variedad.
  • Una corteza de por sí sinuosa, variopinta, que cada cual, con mayor o menor afán y utilización de los medios a su alcance, modela a su antojo, con resultado final de un mejor o peor aprovechamiento de su potencial. La calidad también importa.  

Tómese como ejemplo el audio, apenas cuatro versos de Antonio Machado, que sigue. ¿Acaso impostura? Su obra, ¿postureo del arte poética…? ¿Entonces? 

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Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!…
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero…
-la tarde cayendo está-.
“En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
“ya no siento el corazón”.
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Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
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La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.
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Mi cantar vuelve a plañir:
“Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada”.
    

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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