preocupaciones--638x368Nos estamos volviendo locos. Tanta tecnología, tantos avances,… tanto consumismo, nos está robando el poco seso que nos queda. Hay tanta superficialidad en la vida que nos olvidamos de lo esencial. Ya es el colmo con eso que se ha dado en llamar ortorexia, que, en buena etimología, sería nada más que nutrirse adecuadamente, algo que todo el mundo procura desde siempre como mero instinto de supervivencia, sin preocuparse jamás de si eso tiene un nombre. Se llamaba «pues a vivir que son dos días» pero los listillos que viven de generar fobias y enfermedades le han buscado un término rotundo y biensonante que evoca lo que debe ser (orto) pero es creación de una necesidad llevado a la obsesión.

Protesto enérgicamente contra todas esas modas pseudocientíficas de generar necesidades. Crear preocupación en la gente con cuestiones nutricionales peregrinas tiene un trasfondo de malicia. Cuanto más tratamos de fomentar hábitos saludables, parece que lo que vamos logrando es un mayor número de hipocondríacos. Porque quienes tienen que hacer frente a esas modificaciones en sus hábitos poco saludables no nos hacen ni caso y persisten en sus excesos, mientras que aquellos que ya pecan de excesiva preocupación dan una vuelta de tuerca más a sus restricciones nutricionales.

Preocuparse en exceso por la salud no es nada recomendable. De ahí que la ortorexia no sea mejor que la anorexia. Ni que la bulimia. Son todo trastornos de la conducta alimentaria: trastornos. No son conductas sanas. Sano es comer de manera saludable sin preocuparse de lo que uno come. Sano es hacer las revisiones médicas que tocan sin hacer de eso un drama o un rito. Preocuparse excesivamente por la salud es perder calidad de vida. Mirar si la báscula nos pesa hoy 400 g más o menos que ayer, no es malo. Pero elaborar calenturientas teorías acerca de la razón de esa subida o bajada de peso puede ser un indicio de que andamos demasiado preocupados por la salud.

Si nos notamos ganglios en el cuello, a ver si va a ser un linfoma. Porque nos han hablado tanto de los «bultos del pecho» que igual es que tenemos un cáncer encima. Y como nos hablan de que el sistema inmunológico es vital para yugular precozmente los conatos de cáncer que a diario acontecen en nuestro organismo, pues a leer en revistas domésticas los cien mil remedios que refuerzan su estado inmunológico.

Y mientras nos preocupamos por vivir, la vida pasa. Abstenerse de lo imposible, decían los padres de la medicina. Hoy que soñamos más cerca que nunca con llegar a ser inmortales, los remedios proliferan a golpe de talonario.

Si echamos un vistazo a la historia y a lo largo de generaciones sobre toda la superficie del planeta…el ser humano se ha alimentado de todo lo que tenía a su alcance. Y el aparato digestivo se ha ido adaptando a eso que transitaba por él. Ahora, cada semana los medios de comunicación sacan en titulares que esto es lo que realmente es saludable (productos exóticos y a veces impronunciables y que aquello es un completo veneno. Y si no te gusta, aguarda un poco que a la semana siguiente lo cambiamos: ¡cuántas noticias de «dietas» acaban en timo!. Nos falta perspectiva para evaluar los cambios. Creemos que las cosas cambian de un día para otro y la evolución en términos biológicos va más lento, mucho más lento.

Pero como decía no hace mucho, tener a la gente preocupada por su salud se traducirá en que invierta en más tiempo, más dinero, para cuidarse: la crisis del siglo XXI abre las puertas a una nueva dimensión, una reconsideración (reconsideración porque…no será que no se ha hablado largo y tendido de ello a lo largo de historia) acerca de la felicidad. Pero eso, como diría Michael Ende, es otra historia que será contada en otra ocasión y que o haré a petición de Alberto. Pero como anticipo diré que se trata de buscar un equilibrio entre pretensiones y posibilidades.

Fuente: elmedicotraslaverdad.blogspot.com.es

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