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Hace ya mucho tiempo saber escribir a máquina, luego a ordenador, por último tener conocimientos de informática básicos, eran méritos curriculares. Hoy ya no: se presuponen. 

Antes la excelencia técnica lo era prácticamente todo. Hoy no. Importan, y mucho:

– A nivel básico, una actitud de cooperación, de flexibilidad y trabajo en equipo.

– Y a nivel avanzado, la capacidad de generar negocio; de ahí la importancia de una formación multidiciplinar, de las dotes de liderazgo, de la capacidad de gestión y resolución de problemas. Particularmente se valora la capacidad de captar clientela, y tal tal fin una personalidad atractiva (entre otras, una formación extracurricular -lo que antes denominábamos «cultural general»- y también las antaño minusvaloradas habilidades prácticas).

No nos engañemos: un simple bracero, tiene difícil futuro. Si eres joven, te esperan muchas, muchas horas de trabajo duro y especialización.

 

Diario La Ley, Nº 8368, Sección Hoy es Noticia, 2 de Septiembre de 2014 – LA LEY 195060/2014

  • «El abogado del siglo XXI», un informe de Sandra Enzler y Eugenia Navarro, profesoras de la Facultad de Derecho de Esade, ha vuelto a poner sobre la mesa los cambios en el perfil de contratación de los futuros profesionales de la abogacía.

 

«La excelencia técnica y la formación meramente jurídica ya no aportan un valor diferencial, son necesarias, es algo que se da por hecho que hay que tener, pero no suman, ni tienen el peso que tenían para la abogacía tradicional». Esta es una de las conclusiones que Sandra Enzler y Eugenia Navarro presentan en su informe El abogado del siglo XXI y que viene a confirmar una tendencia que ya se venía anunciando desde hace meses, incluso años: la figura del abogado experto en materia jurídica ha dado paso a un profesional más completo, multidisciplinar y con un fuerte componente comercial-técnico en su preparación, valorándose incluso conocimientos avanzados en temas económico-financieros, de legislación internacional, entre otros requisitos deseables.

Ya lo afirmaba Carlos Guerrero en 10 cualidades del abogado del siglo XXI, un post publicado en mayo de 2013 en su blog, donde sostenía que «casi todos los despachos de abogados, de cualquier tamaño, sufren tensiones de tesorería y de una drástica reducción en la generación de negocio. Aunque el despacho siga manteniendo su cifra de negocios, suele tener el problema de falta de tiempo de los socios para generar más negocio, ya que la reducción de personal ha provocado que los socios dispongan de menos tiempo para captar clientes en favor de fidelizar a los existentes o ejecutar ellos mismos asuntos que antes llevaban asociados o colaboradores».

Y es que la preocupación por la actividad comercial de los profesionales no es nueva. Según el informe presentado, las horas que cada socio debe dedicar a promoción han venido en progresivo aumento desde 2000, mientras que sus horas facturables se han venido reduciendo de forma paulatina, pero sostenida desde entonces. Tanto es así que, ante la merma en el incremento anual de facturación de los despachos de abogados, ha habido que buscar nuevas formas para sostener los bufetes y para mantenerse en el mercado.

Guerrero continúa en esta línea. «Esta necesidad de generar negocio y captar clientes, pone en valor a los abogados con capacidad comercial. Los abogados que generan negocio son los más deseados por los despachos de abogados», añade en su blog.

Enzler y Navarro también apuntan sus conclusiones hacia lo que sí buscan los despachos de abogados. «Un buen perfil competencial se convierte en el aspecto clave para convertirse en un profesional de referencia. Asimismo, la capacidad de generar negocio adquiere una importancia muy superior a la que tenía hasta el momento». La relevancia de aportar considerablemente a la facturación es valorada por más del 90% de los encuestados, mientras que la adaptación a un mundo globalizado y en continuo cambio es otro de los factores mejor valorados por los departamentos de Recursos Humanos.

Un 74% de los encuestados no contratarían a un profesional que solo aportara sólidos conocimientos jurídicos. En cambio, si contratarían en un 79% de los casos a un profesional que aportara clientes y generara facturación; Y en un 94% a aquel que tuviera un buen perfil competencial.

Ya en 2008, Julio Alonso, Office manager de Allen & Overy Madrid, reconocía ciertas competencias que también eran apreciadas por los contratadores, tales como cooperación, flexibilidad o trabajo en equipo, lo que coincide casi plenamente con lo que sostienen las autores del informe de Esade, quienes destacan también tres: trabajo en equipo, liderazgo y comunicación.

Desde entonces se venían apreciando ciertos cambios en los perfiles que los despachos de abogados requerirían por parte de sus trabajadores. Según Alonso, este cambio se generó a partir de la «la entrada en vigor del Real Decreto 1331/2006, que regula la relación laboral de los abogados. Desde 2006, los abogados han pasado a ser trabajadores por cuenta ajena. Por este motivo, hablar de carrera profesional es una realidad en despachos y departamentos de asesorías jurídicas. De este modo, los departamentos de Recursos Humanos se han convertido en un pilar estratégico para los socios, al liderar el cambio cultural y organizativo que esto implica».

 

COMPETENCIAS PARA UN ENTORNO GLOBAL

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El abogado del siglo XXI también aborda el tema de las competencias anexas a las profesionales y de conocimientos específicos en materia jurídica que se dan por sentadas una vez superada la formación universitaria. Tal como concluyen las autores del informe, «un 70% de los encuestados considera necesaria la formación complementaria en conocimientos económicos-financieros y empresariales, donde estrategia, finanzas y macroeconomía son las áreas más destacadas». Además, se valora positivamente el dominio del inglés.

Enzler y Navarro sostienen que «las principales dificultades se encuentran en la falta de competencias más que en la falta de conocimientos. Aquellas que presentan más dificultades son la gestión de conflictos y la resolución de problemas». Por lo tanto, piden al cierre del informe que «las universidades refuercen el desarrollo de competencias, los conocimientos económicos financieros, el enfoque práctico, la gestión de conflictos y los idiomas».

En este sentido, el Máster Universitario en Abogacía. Acceso y Ejercicio de la Profesión de Abogado que ofrece Wolters Kluwer Formación no solo aporta y refuerza los conocimientos básicos en la formación de los futuros profesionales que llegarán a los despachos de abogados, sino que también aporta experiencia práctica y las técnicas requeridas para la superación del examen de acceso. Aparte, se puede complementar esa formación con el Programa Avanzado de Gestión Económico-Financiera que aportará una base sólida de conocimientos financieros y del entorno empresarial, para asegurar un buen plan laboral a los nuevos profesionales y allanar su acceso a mejores posiciones en el futuro.

 

Redacción – Wolters Kluwer Formación | TLB

 

Fuente: laley.es

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