Avalaron a uno de sus hijos, que no pagó el préstamo

  • LUCAS DE LA CAL
  • Madrid

En el tercer piso de la calle Velázquez las lágrimas son mudas. Pero esta vez de alegría. Bankia no tocará en enero al telefonillo de Antonio y Carmen para desahuciarles. La historia del matrimonio sordomudo de Pinto tendrá un final feliz. Las bombillas del techo no paran de iluminarse. Los vecinos llaman a la puerta para felicitarles. Algunas veces, a las injusticias se les da la vuelta con un poco de empuje mediático y con personas solidarias que están detrás de las 200.000 firmas que Change.org ha recogido en esta lucha. Una más.

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«Gracias a toda la repercusión mis padres se podrán quedar en la casa donde han vivido los últimos 50 años», dice su hijo Benjamín. Su voz al otro lado del teléfono está llena de entusiasmo y afonía por el estrés mediático de los últimos días desde que EL MUNDO publicara el pasado sábado que sus padres, sordomudos y analfabetos, iban a ser desahuciados por avalar el préstamo hipotecario de su hijo menor sin tener conocimiento de lo que firmaban.

Vicky, la mujer de Benjamín, recibió por email el esperado mensaje ayer a media mañana. «El lanzamiento fue paralizado y dada la especial vulnerabilidad observada en este supuesto, la deuda restante será totalmente cancelada una vez formalicemos el alquiler especial», reza la carta de Bankia. Sí, la deuda de 101.000 euros que Antonio Pleguezuelo (76 años) y María del Carmen Lebrón (81) tenían con el banco por culpa de su hijo pequeño queda disuelta. Ahora acordarán el precio de un alquiler social adaptado a su situación económica.

Muchas emociones en pocos días en 60 metros cuadrados. Antonio, sordomudo por una meningitis a los cuatro años, golpea con efusividad los armarios que él mismo fabricó cuando trabajaba como carpintero. A Carmen, sordomuda de nacimiento al igual que sus otros tres hermanos, se le escapan las lágrimas y gesticula con las manos indicando que se quedan en su casa. Casi la pierden porque su pequeño Gregorio (37 años) jugó a ser un mal hijo. «En 2005 les llevó engañados al notario para que le avalaran en la compra de un piso y luego nunca pagó el préstamo», recuerda su hermano Benjamín, 43 años.

Estos días, Gregorio ha aparecido en la televisión mostrando su arrepentimiento y pidiendo perdón públicamente. El que no ha dado noticias ha sido el notario que dejó firmar a los ancianos siendo consciente de sus limitaciones, incluso, después de que el intérprete de lenguajes de signos se fuera del encuentro notarial porque Antonio y Carmen nunca han aprendido a comunicase con las manos. La escritura de la hipoteca advertía que el notario había leído en voz alta el texto y que los firmantes habían dado su consentimiento. Unos firmantes que son sordos.

La campaña que inició Change.org ha acabado en victoria. La mayor plataforma de peticiones del mundo ya lleva 95 batallas ganadas este año como la de Antonio y Carmen. El matrimonio sordomudo se quedará finalmente en su pequeño piso de Pinto, con su televisión puesta todo el día sin volumen, las figuras de porcelana de Carmen en las estanterías, la copia del Cristo de San Juan de la Cruz de Dalí en el cabecero de su cama, y las bombillas del techo iluminándose cada vez que alguna visita llame al timbre.

Y sí, perdonarán a su hijo Gregorio. «No son rencorosos, es su hijo y siempre lo será. Le darán un abrazo en cuanto le vean».

Fuente: elmundo.es

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