Aurora Galisteo CIUDAD REAL
El decano del Colegio Notarial de Castilla-La Mancha, Luis Fernández-Bravo /Lanza

Nadie quiere heredar deudas. En 2007 los notarios de Castilla-La Mancha certificaron 398 renuncias. En 2017 fueron 1.325 las familias que renunciaron a la herencia. El rechazo se debe, sobre todo, a la crisis económica y a los impuestos. Sin la burbuja inmobiliaria era práctica común poner a la venta las propiedades, pagar a los acreedores, si este fuera el caso, y recibir el resto de la herencia. Pero desde 2007 la crisis machacó esta posibilidad. El mercado inmobiliario se desplomó. Se complicó la venta de los bienes inmuebles y rurales y a su vez los bancos no daban crédito a los posibles compradores

Me ha tocado una herencia. Eso parece que, sobre la marcha, tiene que ser una buena noticia porque así lo tenemos asumido por la literatura y el cine pero no es del todo cierto y hay que tener cuidado con las herencias. Luis Fernández-Bravo, decano del Colegio Notarial de Castilla-La Mancha, recuerda que el Código Civil establece que se transmite todo lo que tenía el causante, “todos los bienes, derechos y obligaciones y, normalmente, cuando hablamos de una herencia pensamos en bienes y derechos pero no pensamos en las obligaciones que incorporan, el pasivo, las deudas”, explica.

Y ahí es donde viene uno de los principales problemas de la herencia. Es importante que antes de aceptar una herencia se conozca qué es lo que tiene el difunto, “hay que pensarlo muy y mucho antes de iniciarla porque a lo mejor conviene renunciar”.

La realidad es que en Castilla-La Mancha se renunció al 8,2% de las herencias en 2017, por debajo de la media nacional que se sitúa en el 10,5 por 100, según los datos del Consejo General de Notarios.

La tendencia de Castilla-La Mancha, al igual que en el resto de España, es la de ir rechazando cada año más herencias. El año pasado fueron 1.325 herencias en Castilla-La Mancha, mientras que en el 2007 fueron 398, es decir en una década ha habido una variación del 315 por 100.

Luis Fernández-Bravo afirma que desde que se inició la crisis hay muchas personas que deciden no tramitar la herencia de sus familiares fallecidos. Insiste en que el problema radica en que cuando se acepta una herencia se asume también la deuda del fallecido y, si no hay suficiente para cubrir esos pagos con los activos, la ley permite actuar contra el patrimonio del beneficiario o del conjunto de herederos.

Hasta la crisis ese problema era menor, porque el boom inmobiliario permitía poner a la venta los activos, pagar a los acreedores y a la vez recibir el resto que quedaba de la herencia. Pero, desde 2007 el valor de los inmuebles cayó en picado. Además, el mercado inmobiliario se derrumbó y nadie vendía nada porque no había quien comprara a la espera de que el precio bajara aún más. Por si fuera poco, los bancos no daban crédito a esos posibles compradores.

En definitiva, en muchos casos los bienes no han podido cubrir el pago de la deuda y los herederos han procedido a renunciar a sus derechos.

“Podemos encontrarnos con una herencia en la que el activo sea menor que el pasivo y si haces una aceptación pura y simple de la herencia te encuentras con que el pasivo se comunica al patrimonio del heredero y éste ve como hereda deudas que pueden llegar a ser, en muchos casos, superiores al valor de lo que recibe. La consecuencia es que se puede perjudicar en su propio patrimonio”, explica el decano del Colegio Notarial de Castilla-La Mancha.

Luis Fernández Bravo insiste en que las renuncias a las herencias era algo que no se veía con con frecuencia hasta el momento en que entramos en los años de crisis. “Es en 2007, y años sucesivos, cuando nos encontramos con una problemática que no había tenido lugar nunca; se produce una drástica reducción en el valor de mercado de los inmuebles, y especialmente de los urbanos, tras una época de mucha inversión en la vivienda”, aclara.

Antes de que estallara la crisis no era tan habitual renunciar a la herencia. Sin la burbuja inmobiliaria era práctica común poner a la venta las propiedades, pagar a los acreedores, si este fuera el caso, y recibir el resto de la herencia. Pero desde 2007 la crisis machacó esta posibilidad. El mercado inmobiliario se desplomó. Se complicó la venta de los bienes inmuebles y rurales y a su vez los bancos no daban crédito a los posibles compradores.

“En esta situación te puedes encontrar con el caso de una persona que adquirió, hace años, una vivienda por importe de 150.000 euros y solicitado un préstamo bancario de 120.000. Tras el desplome del precio de la vivienda, ahora nadie te paga más de 80.000 por ese piso. La conclusión es clara, la deuda supera con creces al valor de la herencia”, explica de forma gráfica Fernández-Bravo.

 

Antes de que estallara la crisis no era tan habitual renunciar a la herencia. Sin la burbuja inmobiliaria era práctica común poner a la venta las propiedades, pagar a los acreedores, si este fuera el caso, y recibir el resto de la herencia. Pero desde 2007 la crisis machacó esta posibilidad /J. Jurado

Pago de impuestos a las Comunidades Autónomas y a los Ayuntamientos

Esa es una de las causas que pueden explicar el fenómeno de la renuncias a las herencias. Otra de las razones que pesa a la hora de tomar la decisión de renunciar a una herencia es el pago de impuestos a las comunidades y a los ayuntamientos, en forma de plusvalías, que en muchos casos no compensa pagar por lo que se va a recibir.

Luis Fernández-Bravo afirma que el tema fiscal en Castilla-La Mancha no es preocupante porque desde el año 2006 se establecen importantes bonificaciones tanto en el impuesto de sucesiones como en el de donaciones.

“En Castilla-La Mancha hay una bonificación del 95% para las transmisiones más frecuentes de padres a hijos o de hijos a padres. La inmensa de la mayoría de las transmisiones por causa de muerte que hay en Castilla-La Mancha o no tienen tributación o es muy reducida como consecuencia de esas bonificaciones autonómicas”, explica.

En términos generales se puede afirmar que heredar en Castilla-La Mancha resulta ventajoso para los familiares directos cuya base liquidable no supere los 175.000 euros. Hasta esta cantidad, cónyuge, hijos y padres se benefician de una bonificación del 100% y, por lo tanto, no pagarían nada.

La cosa es bien distinta para los familiares directos que hereden cantidades mayores, ya que la bonificación decrece en pequeños tramos hasta los 300.000 euros, cantidad a partir de la cual la bonificación se reduce al 80%.

Las herencias grandes, las más perjudicadas

De este modo, las herencias más cuantiosas salen claramente perjudicadas a favor de las pequeñas. Esto es así, explica Luis Fernández-Bravo, porque las bonificaciones actuales fueron modificadas a mediados de 2016. Hasta entonces, todos los familiares directos se beneficiaban de una bonificación del 95% en la base liquidable. No obstante, son más los contribuyentes beneficiados que los perjudicados con esta nueva medida.

Añade que la legislación castellano-manchega favorece claramente a los familiares directos, es decir, cónyuge, hijos y padres. Sin embargo, cuando los herederos son otros se aplica la ley estatal, la cual no es pródiga en reducciones a partir del segundo grado de parentesco (hermanos, tíos, primos, etc.).

Por último, el decano del Colegio Notarial de Castilla-La Mancha, Luis Fernández-Bravo, recuerda que el pago del impuesto a Hacienda hay que hacerlo en el plazo de seis meses. Y también hay que abonar, en ese mismo plazo, la plusvalía municipal. Éste es otro impuesto que puede ser “muy alto y peligroso” y que, generalmente, se olvida aunque, recuerda, es un impuesto que está siendo sometido a revisión por el Tribunal Constitucional.

Fuente: lanzadigital.com

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