A uno le puede doler el pecho por muchas razones. A veces se ha dado un golpe o tiene una tos que cuando rompe parece que le rasgan el esternón. Otras veces aparece al tragar o haciendo ejercicio. Mucho más nos asustamos si el dolor aparece estando en reposo. En ocasiones se asocia ardor, quemazón, es urente, pero otras veces es meramente opresivo, atenazante, te coge como con unas pinzas y te generan angustia, angor. Puede estar fijo y localizado a punta de dedo pero también puede irradiarse a otras partes del cuerpo. No digo nada si es hacia el mítico brazo izquierdo.
 
Son muchas las causas de dolor torácico y hay que interrogar al paciente sobre las circunstancias tipo de dolor. No todas son igual de graves ni todas igual de frecuentes. En la práctica clínica a menudo tenemos que descartar en primera instancia no lo que es más frecuente sino lo que potencialmente es más grave. De ahí que cuando un paciente acude con dolor torácico al médico, las pesquisas iniciales son a ver si esas molestias vienen provocadas por un cuadro anginoso, por una cardiopatía isquémica. Esto es lo que resumo en este vídeo:
 

haciendo valer que en medicina lo prioritario es descartar lo que puede suponer un riesgo vital. Para lo demás, ya dispondremos de más tiempo, podremos organizarlo con más calma. Más calma no es dormirse en los laureles pero vamos, habrá que organizar las pruebas en orden a tratar de averiguar el origen de las molestias. No se crea, a veces lo logramos… y tampoco es siempre por ERGE
 
 
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