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Para otros, por el contrario, la normalidad de su patrón de deposiciones es de tres a cinco veces al día… Los médicos hemos consensuado como normal todo lo que abarca entre tres deposiciones al día y una deposición cada tres días»
Alteración del tránsito intestinal (I)
En la consulta de aparato digestivo vemos aquello que «se sale de lo normal», como ya hemos dicho otras veces. No suele acudir público que se congratule de lo bien que hace la digestión o lo regularmente que va al baño. Se ven situaciones anormales, o al menos experimentadas como tales por parte del paciente que acude con su cuita. Tiene su importancia este carácter subjetivo de la queja porque en ocasiones te sorprende escuchar respuestas que te dejan perplejo. Hay pacientes que al ser interrogados sobre la frecuencia con que van a hacer de vientre responden sin inmutarse «pues sí, lo normal, cada semana…».Y cuando esperas oír cuántas veces por semana responden extrañados «¡una, claro!». Es decir que hay gente que considera «normal» hacer de vientre una vez por semana «y si ando algo estreñido, cada diez o quince días». Para otros, por el contrario, la normalidad de su patrón de deposiciones es de tres a cinco veces al día.
No obstante, es verdad que los pacientes de estos extremos tienen cuando menos la sospecha de que lo suyo pueden considerarlo normal (según su norma de actuación) pero no lo habitual. Casi como un estándar los médicos hemos consensuado como normal todo lo que abarca entre tres deposiciones al día y una deposición cada tres días. Esto con respecto al número de veces que se sienta uno en el retrete siendo productivo el gesto. Porque luego los matices se pueden ampliar al infinito. A veces un paciente que consulta por estreñimiento dice hacer de vientre a diario, pero se considera estreñido porque le cuesta mucho esfuerzo expulsar las heces, o salen muy gruesas, secas o duras, o bien porque a pesar de defecar siente que «no he echado todo lo que debía echar».
Precisamente sobre este último aspecto quería centrarme en esta entrada de blog que va especialmente dedicada con cariño a los abuelitos que son los que más habitualmente presentan esta queja. Para empezar hemos de tratar de precisar (no es sencillo) qué es una deposición «normal». Bastante hemos comentado en otras entradas del blog lo difícil que resulta precisar la normalidad. Pero podríamos decir que se trataría de la expulsión sin gran esfuerzo ni daño asociado de una cantidad de heces razonable para la ingesta y actividad del paciente. Los libros estiman que el peso de las heces de una persona al día están en torno a los 150 gramos. Habrá quien se sorprenda por lo escaso que se le antoja esta cantidad -a mí me sorprendió la primera vez que lo oí en la carrera- pero parece ser que es el promedio en la civilización occidental. Evidentemente casi nadie las pesa (no se crean que sobra el «casi», que hay gente que sí lo hace).
Entre la gente anciana existe un temor exacerbado a los riesgos de una eventual obstrucción intestinal. Sea porque han padecido en sus carnes cuadros suboclusivos (fecalomas, tapones de heces) o bien porque algún coetáneo suyo murió a consecuencia de una obstrucción intestinal, el temor a no cagar a diario se convierte en una auténtica obsesión. Revolucionan el botiquín que tienen surtido de todo tipo de laxantes y han de cagar a diario sí o sí, a veces con más de veinte sentadas diarias en el retrete, alegando razones varias como «noto que me queda más» (a veces es falsa alarma), o «me parece que entre las tres cagadas anteriores no he echado todo lo que debía». Y en ocasiones los esfuerzos son tan grandes que se provocan prolapsos de la mucosa rectal, lo cual traducido al román paladino significa que el culo se les da la vuelta como un calcetín: acaban cagando su propio culo.
Este temor exagerado llega a convertirse en una neurosis. Una neurosis que se refuerza si además en alguna exploración endoscópica del colon (generalmente se han hecho más de una) han descubierto que tienen divertículos, bridas o estenosis que sugieran que puede haber una dificultad de paso para las heces en su camino hacia la salida. Cuando un anciano aquejado de este tipo de mal acude a urgencias alertando a su médico de que «llevo una semana sin cagar», conviene interrogar a los allegados para verificar si es cierto o no porque no pocas veces los comentarios de la gente próxima desmienten la versión del paciente que en el fondo lo que quiere decir sin haber acabado la frase es «llevo una semana sin cagar… tanto como me gustaría o me dejaría tranquilo».
El abordaje terapéutico de este problema de estreñimiento (llamémosle pseudoestreñimiento) es más psicológico que médico. Se resuelve de manera más eficaz con psicoterapia que con laxantes, sobre todo porque a veces se descubre que el empleo de laxantes es excesivo. Lo difícil es, una vez más, enterarse de realmente cuánto caga el paciente. A ver si no nos va a quedar más remedio que pedir al paciente que pese a diario sus heces, si esto no sirviese de alimento a su neurosis.