El Archivo de Protocolos, nuestra vida dentro de un convento

El interior del Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla. JUAN CARLOS VÁZQUEZ

 

A la izquierda del conocido bar Vizcaíno, en plena calle Feria, hay una portada de piedra que siempre ha solido estar cerrada. Desde hace unas semanas, está abierta al público. Lo que guarda en su interior es «la joya escondida de Sevilla», como la define Manuel Seda, vicedecano del Colegio Notarial de Andalucía, que agrupa a medio millar de profesionales. El edificio al que se entra por esa puerta de madera es el Archivo de Protocolos Notariales. Un lugar que guarda «el relato de la vida privada de la ciudad». Es decir, todo lo que se puede firmar ante notario: escrituras, herencias, últimas voluntades o compraventas se distribuyen en gruesos tomos a lo largo de innumerables galerías de bibliotecas.

Ciento de miles de documentos custodiados con un sistema de seguridad que elimina el oxígeno entre 5 y 9 segundos si detectara fuego. Este archivo, aparte de funcional y útil para consultar y solicitar copias, destaca por su belleza. Principalmente, su estancia principal, que antiguamente era la iglesia del convento de Montesión, fundado a principios del siglo XVI por los dominicos. Dicha orden fue expulsada del lugar en una desamortización en el siglo XIX y ya no volvió a él. Las administraciones se hicieron cargo de él hasta 1927, en que el colegio de notarios se interesó por él, comprándolo y rehabilitándolo hasta nuestros días gracias a la intermediación del cardenal Ilundain con el Vaticano. El trabajo realizado por este gremio de notarios a lo largo de estos casi 100 años es patente con tan sólo acceder al edificio. El grado de conservación es alto y el mimo con que se realiza todo en él notorio.

Una de las bibliotecas de tomos del Archivo de Protocolos Notariales. JUAN CARLOS VÁZQUEZ

 

Durante décadas ha permanecido cerrado al público, que está pudiendo entrar en él gracias a la exposición fotográfica sobre enganches de uno de sus miembros, Ramón Corrales. Imponentes fotografías ecuestres se reparten por el antiguo templo ante el asombro de los visitantes, que comentan sin cesar la belleza del antiguo convento. Las paredes están decoradas con copias de famosas pinturas del Museo de Bellas Artes, ya que la invasión francesa a principios del siglo XIX provocó el robo de numerosas obras de gran valor.

Alrededor del templo, están las galerías de documentos, que guardan todo lo firmado ante notario con más de 25 años y menos 100. Hasta los 25 años son las propias notarías las que custodian los documentos y tras cumplir un siglo pasan al Archivo Histórico Provincial, situado en la calle Almirante Apodaca. Esa es la vida de cualquier documento oficial en la ciudad de Sevilla. Algunos de ellos son los contratos de tallas cofradieras como el Señor del Gran Poder o el crucificado de la Buena Muerte (Estudiantes), los testamentos de Santa Teresa o Hernando Colón y el depósito de los restos mortales de Cristóbal Colón en el Monasterio de Santa María de las Cuevas en la Cartuja.

 

Los notarios Ramón Corrales y Manuel Seda junto a imágenes de la muestra. M. G.

 

Manuel Seda, que dice estar contento con esta apertura a la ciudad del valioso edificio, explica que estará a disposición de actividades que no pongan en riesgo su función de custodio y que no tengan ánimo de lucro. Ejemplo de ello es que los beneficios que arroje el libro de fotografías de la exposición irá a parar al asilo de las Hermanitas de los Pobres de Ronda. «La noche de la inauguración rezaron y pusieron velas para que todo vaya bien», cuenta el fotógrafo y notario Ramón Corrales sobre una muestra que ya ha rebasado las 3.000 visitas y que estará abierta hasta el próximo viernes 3 de febrero de 12:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 entre los lunes y los viernes.

 

Fuente: diariodesevilla.es

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