05/04/2020
Muy pocos personajes de la vida leonesa han sido parte del corazón, en sentido estricto, de la sociedad que conforma la capital.
Entre ellos, de largo, siempre ha figurado José Luis Crespo, un notario extraordinario en lo personal, capaz de tejer puntos de conexión donde parecía imposible, amante del entente cordial, apasionado hasta el infinito de su profesión.
Su enorme bondad, su capacidad para construir donde todo parecía un desierto, le llevó a obtener un indudable reconocimiento social.
Siempre con una sonrisa, siempre con la mano tendida, siempre dispuesto a apoyar aunque la ocasión pareciera un imposible.
José Luis Crespo era un tipo extraordinario, por lo sencillo, por lo discreto, por todo aquello que le acompañaba hasta hacerle invisible en medio de sus en no pocas ocasiones maravillosas acciones.
Sus pasiones
Sus pasiones siempre fueron conocidas. La familia, en primer término. Su mujer, Inés Prada, a quien siempre entendía y admiraba, sus hijos, a quienes permanentemente les invitaba a descubrir, y sus nietos, un sueño. «La vida no es eterna», decía, aunque en ocasiones como es el caso, se queda demasiado corta.
Amaba a su familia, mucho, pero no menos a la ópera. Recorrió medio mundo para escuchar, en los auditorios más prestigiosos, las mejores óperas que jamás se han interpretado en el planeta. Era un magnífico.
El deporte, y el Baloncesto León, fueron otra de sus pasiones. Era sorprendente su capacidad para aparecer, en el último instante previo al inicio de un partido en Francia o en Italia, por la puerta del pabellón. Y siempre con una humildad desconcertante. «Uno de León tiene que estar donde están sus paisanos», decía. Y allí se sentaba, con los periodistas que habían viajado para ver a un equipo de León batiéndose el cobre en la Copa Korac.
Fue un ejemplo a seguir, desde la modestia, desde la prudencia, desde la sabiduría también.
Precipitado adiós
Ahora, precipitado por una pandemia que daña por encima de todo lo imaginable, se va. Dice adiós en silencio, quizá siguiendo una de sus máximas, pero dejando tras de sí una estela enorme, imborrable.
Ha fallecido José Luis Crespo Mayo, leonés, notario, apasionado de la cultura y el deporte, orgullo de la familia, ejemplo social y notable entre los notables. Se va en silencio aunque quizá, de fondo, nunca deje de sonar aquella ópera que le hacía soñar y ser feliz.