Esta entrada, de contenido religioso y orientación cristiana, arranca con un vídeo que dura poco más de seis minutos. ¿Encontrarás tiempo para verlo por completo?
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Señor, ¡aquí estoy! Una lágrima no refrenada a tiempo -¡comenzaba su particular Huerto de los Olivos!-… mi admirado Willy, apretándome la mano, me consolaba con esa frase que tantas veces le había oído decir -lema de su vida, me refirió en cierta ocasión-. El doctor acababa de anunciárselo: le quedaban horas. Superada la pequeña disrupción, Willy se recompone: «terminemos bien esto, tu dirás qué papeles debo firmar para dejarlo todo bien arreglado…».
Unos hablan de nirvana, otros de sometimiento a Dios… ¡Son tantos los enfoques posibles! Yo prefiero hablar de PAZ, de paz interior: las demás vienen solas, por añadidura. Os deseo «bien estar»: que os sintáis bien, inmensa y continuamente bien; ahora y en la hora de vuestra muerte. Como -creo- le ocurrió a Willy.
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😆 Te animo a que no rehuyas las penalidades. No sé por qué extraña razón, tan cierto como que en esta vida hemos de terminar ganándonos el pan con el sudor de nuestra frente, también cierto fastidio parece constituir en último término condición necesaria para sentirse a gusto con uno mismo: «jodido pero contento».
En último término… Infancia, juventud y aún madurez no serían sino estadíos en los que -siquiera a tientas, mediante aproximación-, in crescendo, habríamos de aprender a descubrir el quid de nuestro auténtico bienestar. ¿Has de contentarte en esta vida con disfrutar tan solo de unos pocos momentos felices? Me temo que, como le ocurre al buen vino, lo mejor esté reservado a la vejez; a la decadencia, como le ocurriese al Barroco español. Abandonados del ruido de la gloria y de la distracción laboral, parece que será entonces cuando en mejor disposición se encontrará el hombre para llegar a rendir su quintaesencia, para alcanzar -hasta donde humanamente es posible- la plenitud.
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😆 Estás invitado a darlo todo, a vaciarte. Para no despilfarrar, pues todo lo que no se da, se pierde. Para que «merezcas» recibir lo que te falta –San Agustín-.
Reconozco carecer de legitimación para realizar tan apremiante invitación: soy el primero que la desatiendo. Y sin embargo, es consistente: «Una cosa te falta: anda, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres… luego, ven y sígueme«. ¿Será por esto que tan pocos alcanzan -una relativa- plenitud en esta vida?
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😆 Confieso mi predilección por el idealismo platónico frente al materialismo de Aristóteles. Nunca ha dejado de asombrarme la capacidad que entre nosotros han demostrado los cinco sentidos para «apoderarse» de la realidad: ¡como si lo demás no existiese!
No se trata solo de que también nuestros sentidos son capaces de engañarnos («realidad irreal» de Escher). Experiencia -léase, ciencia-, fe, intuición o simple sentido común… ¿qué tal si a cada uno le diésemos lo suyo? Deux excès : exclure la raison, n’admettre que la raison –Pascal-.
Contre l’Indifférence des Athées
Que ceux qui combattent la Religion apprennent au moins quelle elle est avant que de la combattre. Si cette Religion se vantait d’avoir une vue claire de Dieu, et de le posséder à découvert et sans voile, ce serait la combattre que de dire qu’on ne voit rien dans le monde qui le montre avec cette évidence. Mais puis qu’elle dit au contraire que les hommes sont dans les ténèbres, et dans l’éloignement de Dieu, et que c’est même le nom qu’il se donne dans les Écritures, Deus absconditus: et enfin si elle travaille également à établir ces deux choses ; que Dieu a mis des marques sensibles dans l’Église pour se faire reconnaître à ceux qui le chercheraient sincèrement; et qu’il les a couvertes néanmoins de telle sorte qu’il ne sera aperçu que de ceux qui le cherchent de tout leur coeur; quel avantage peuvent-ils tirer, lorsque dans la négligence où ils font profession d’être de chercher la vérité, ils crient que rien ne la leur montre; puisque cette obscurité où ils sont, et qu’ils objectent à l’Église ne fait qu’établir une des choses qu’elle soutient sans toucher à l’autre, et confirme sa doctrine bien loin de la ruiner ?
Il faudrait pour la combattre qu’ils criassent qu’ils ont fait tous leurs efforts pour chercher partout, et même dans ce que l’Église propose pour s’en instruire, mais sans aucune satisfaction. (Pascal, Pensées)
No veo por qué lo material ha de necesariamente ser más real que lo ideal; o si se prefiere, por qué lo real ha de ser más importante que lo ideal. Más aún, no entiendo por qué idea y materia hayan de verse constantemente confrontadas entre sí. Intentar reducir nuestra imaginación o voluntad a lo material se me antoja tarea tan insensata como tomar la parte por el todo, esto es, elevar las particulares reglas de juego de nuestro mundo físico-químico a la categoría de absolutas; siendo por lo demás claro que dichas reglas no necesariamente han de resultar aplicables a otros mundos, planetas o estrellas -cualquiera que sea la constelación a la que pertenezcan-. En suma, reduccionismo materialista y paz interior, ¿son conciliables?
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Como ya dijimos en otra ocasión (más aquí), los cristianos somos muy afortunados. Para nosotros todo tiene sentido, incluso el dolor que irremisiblemente forma parte de este valle de lágrimas. Pues sabemos –por la fe- que todo ocurre para nuestro bien: aunque no entendamos, confiamos. Nuestro Padre nos es roca y salvación. Por tanto, el miedo no forma parte de nuestra vida; ni la indiferencia; ni la estoica resignación (más aquí). Y el humanismo no es –en nuestra intuición- más que pura derivación de la única regla que rige en todo el Universo: El Amor. Una regla cuya unidad de medida es la desmesura y que opera en base 1. Capaz así de aglutinarlo todo -caos y orden, materia y forma, idea y realidad- y a todos -incluso a los enemigos-. ¿Te has parado a pensar que acaso uno y uno no sean dos, sino uno?