Puede que la crisis haya pasado en los balances de los bancos y en las estadísticas macroeconómicas, pero sus efectos siguen haciéndose notar sobre la economía de las familias españolas. Algunas tuvieron que endeudarse tanto durante los años de recesión que ahora, cuando alguno de sus miembros fallece, sus parientes, casi siempre sus descendientes y parejas, ni siquiera pueden acceder a la herencia que les corresponde.

Cuando una herencia se acepta, los herederos lo son de todo lo que deja el testador, y por lo tanto, también de sus deudas. Y muchos no pueden hacer frente a ellas, ni tampoco al Impuesto de Sucesiones que conlleva, cuando la cuantía del pasivo supera el valor de los activos heredados.

Según los datos del Consejo General del Notariado, 43.000 personas renunciaron en el 2017 a aceptar la herencia que les correspondía. Más del doble de las que la rechazaron en el 2011 y casi el cuádruple de las que lo hicieron en el 2007, cuando las notarías registraron alrededor de 11.000 renuncias. La cifra supone un incremento del 387% en el período 2007-2017.

“El número de personas que fallecen dejando obligaciones o responsabilidades, como avales, ha aumentado como consecuencia de la crisis. Y eso no se advierte en un testamento, porque la situación económica y patrimonial del difunto puede haber variado desde que testó hasta que falleció”, explica Isabel Louro García, notaria y decana del Colegio Notarial de Galicia.

Louro matiza que si bien un testamento es revocable, con la aceptación o renuncia a una herencia no sucede lo mismo. De forma que los herederos deben asegurarse de que el testador no ha contraído pasivos de los que luego ellos tendrán que responder no sólo con el valor de lo que les corresponda en herencia, sino también con sus patrimonios personales. “Por eso es muy recomendable que acudan a un notario, porque nosotros sí tenemos acceso a toda esa información, que está registrada y que puede no aparecer en un testamento”, advierte.

En valores absolutos, el mayor número de rechazos de herencias el año pasado se produjo en Andalucía (8.341), seguida de Catalunya (8.192) y a mucha distancia de Madrid (4.618) y Valencia (3.981).

En cifras relativas, sin embargo, el ranking cambia por completo. El mayor índice de rechazos en relación con el número de fallecimientos se dio en Baleares, con 18 renuncias a heredar por cada cien muertes. Le siguen La Rioja, con un 14% de renuncias, Asturias (13%) y Catalunya y Andalucía (12%).

Galicia, una de las autonomías más pobres de España y también con mayor número de fallecidos, no está entre las primeras del listado (2.537, un 8% sobre el total de decesos en el 2017). Pero sí es una de las que más herencias en vida registran.

Esa figura permite a adjudicar en vida la herencia a un heredero legítimo con la condición de que éste renuncie de forma irrevocable a tal condición, incluida, si el testador así lo pacta con él, la mejora a la que tendría derecho.

Al contrario de lo que sucede en otras comunidades autónomas españolas, esos pactos están eximidos del Impuesto de Sucesiones para las herencias en vida inferiores a 400.000 euros que se pacten entre padres e hijos, abuelos y nietos o entre cónyuges.

Desde que la Xunta ejecutó esa reforma fiscal en el año 2016, se han firmado 31.731 pactos sucesorios en apenas dos años, más del doble que en los dos ejercicios anteriores. Según el Colegio Notarial de Galicia, en el primer trimestre del 2018 ya van alrededor de 4.000.

Fuente: publico.es