33,8 millones de euros se destinaron en 2021 como testamentos solidarios a ONG y fundaciones en España. Y la mayor concienciación y solidaridad parecen ser lo que ha motivado este impulso por la acción social en los españoles, que han aumentado en un 31% la cantidad ingresada por legado con respecto a 2020.

Si algo demuestran estos resultados, es que la sociedad está cambiando y ello afecta a los ciudadanos cuando se plantean cómo va a ser su vida, antes y después de su muerte. A diferencia de lo que se podría pensar, un testamento solidario lo puede hacer cualquiera, no es una cosa reservada para los que más patrimonio tienen. Además, como cualquier otro documento de sucesión, puede modificarse. 

Por eso, con la ayuda de dos expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), hemos podido desentrañar las particularidades de los testamentos solidarios y explorar a qué responde este aumento de la solidaridad a través de este tipo de donaciones. 

¿Qué es un testamento solidario?

Como explica Irene Rovira, profesora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC, “un testamento solidario consiste en disponer que, en el momento de tu defunción, todo o parte de tu patrimonio pase a una entidad dedicada a fines sociales, como una ONG”.

Y, ¿cómo funciona? Como aclara la profesora, el procedimiento para designar este tipo de testamentos no difiere de los convencionales, dictados ante notario. «No presentan ninguna particularidad. Sencillamente, al hacer el testamento normal ante notario, hay que decir a qué fin y a qué entidad quiere dejarse todo o parte del patrimonio».

Si bien cada vez hay más gente que deja en legado o herencia sus bienes a entidades no lucrativas, ni mucho menos se trata de un fenómeno nuevo. La experta en derecho financiero y tributario añade que siempre se han podido hacer y se hacían: «Todo el mundo podía dar a una entidad destinada a fines sociales parte del patrimonio”.

Funciona igual que una donación realizada por cualquier sujeto en este momento. “La diferencia es la forma: aquí la donación no se hace en vida, sino debido a la muerte”, explica la experta. «Los legados solidarios no son una figura ad hoc, sino que es una forma de mecenazgo en la que se decide hacer transmisiones gratuitas a una entidad no lucrativa», aclara.

Legados y herencias

Las dos figuras legales que permiten esto son el legado y la herencia. En términos de esta naturaleza de testamentos, un legado solidario se produce cuando se deja a la entidad en cuestión uno o varios bienes o derechos; mientras que si la entidad se designa como sucesora, se trata de una herencia solidaria.

“Puede ser interesante dar a conocer esta posibilidad para la gente que pueda no tener descendencia o que, sencillamente, quiera destinar todo o parte de su patrimonio a finalidades solidarias, colaborando con causas sociales o benéficas», señala Rovira. De esta manera, se aportan beneficios emocionales a los donantes, la satisfacción que comporta la solidaridad, y para las entidades, más allá de la donación de fondos con los que financiar actividades de interés social, obtienen beneficios fiscales.

¿Y si tengo hijos?

Algunos consideran los testamentos solidarios la manera idónea de marcar la diferencia desde la tumba, sobre todo si no se tiene descendencia. Pero, ¿qué ocurre con las personas que tienen hijos? En este caso, “a no ser que los deshereden, siempre gozan de derecho a una parte del patrimonio del ascendiente directo”.

Según expertos del sector, cada año se acorta la diferencia de porcentaje entre las personas que no tienen hijos y hacen testamento solidario y las que sí. Y cada vez la gente que opta por estos testamentos es más joven, aunque las personas entre 60 y 69 años continúan siendo las que más lo hacen. 

Una mayor solidaridad

El estudio Perfil del donante 2022, de la Asociación Española de Fundraising, en colaboración con Kantar, dibuja las cifras de la solidaridad española: el 39 % de la población española colaboró con alguna entidad no lucrativa el pasado año y la principal motivación a la hora de hacerlo fue la empatía. Esto supone un aumento de un millón más de españoles que en 2019. Pero las colaboraciones regulares son menos recurrentes: la gente dona puntualmente por situaciones de crisis, como la guerra en Ucrania.

Contrastando estos datos con el resto de Europa, España languidece. Y la razón que podría estar detrás de esto es, según Miquel Seguró, profesor agregado de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC, una mayor preocupación por nosotros mismos. «Un sumatorio continuado de experiencias como la pandemia o la incertidumbre económica pueden reforzar que la preocupación se centre primordialmente en un mismo o en un círculo relacional más inmediato”, indica.

Es por esto que el sentimiento de solidaridad no ha terminado por consolidarse en nuestra sociedad. Para el doctor en Filosofía, «si bien la pandemia nos ha recordado que somos fundamentalmente seres interrelacionados y que nuestra vida siempre se desarrolla en interdependencia con los demás, que vivir es convivir, no sé si hemos cambiado hábitos sociales en todos los ámbitos”, concluye.