deitasNo es una cuestión de estética. Por más que las revistas de modas hagan ostentación de modelos más que enjutas, en los países desarrollados nos sobra peso. Probablemente tampoco hay que llegar a los extremos de imagen que nos muestran las revistas porque rozan con lo patológico. Se trata de estar sano y de mantenerse en un peso que favorezca la salud y minimice el desgaste que el tiempo provoca inexorablemente sobre los organismos vivos. Todos envejecemos. A todos se nos desgasta el cuerpo con el paso del tiempo y, tarde o temprano, surgen los achaques, esas arrugas dentro. Hay que saber envejecer. Porque envejecer también es vivir.

En esta nueva etapa de mi vida en la que he vuelto a la pequeña pantalla, estoy involucrado en un proyecto para fomentar salud que se llama «Saber Vivir». A diario y en directo vamos comentando diferentes aspectos relacionados con la medicina. Corazón, cerebro, articulaciones, aparato digestivo, problemas de orina,…todo va pasando por las cámaras. Cada programa es diferente pero en casi todos ellos y de manera reiterativa es difícil que no se haga mención del sobrepeso. Los kilos de más favorecen el incremento de numerosas enfermedades: cardiovasculares, cerebrales, tumorales, del aparato locomotor, endocrinas,…

Dentro del los vaivenes de las noticias de salud, en las que ahora el chocolate es bueno y ahora es malo, o que el vino es saludable o que es un veneno, o de si el pan es vital o es mortal,…hay una certeza que nadie duda: estar gordo es perjudicial. Otra cosa es que el que padece sobrepeso lo lleve con mejor o peor ánimo pero lo que nadie discute es que es preferible no tener esos kilos de más. Estas modas alimentarias tan proclives a ensalzar alimentos tan prodigiosos como en ocasiones exóticos (que si la guanábana. los arándanos o la moringa, que si las bayas de goji o las semillas de chía) como a demonizar los alimentos «de siempre», como el pan y el vino, la leche o los cereales, el cacao o el café y el azúcar, son eso, modas, algo que está sujeto a que ahora opinamos así y mañana será de otro modo. Estos altibajos en la cotización de la estima también ha sucedido con medicamentos como la aspirina o el paracetamol. Hasta el agua se le antoja alguno que es nociva si no es «alcalina» (como las pilas) o «imantada» (supongo que aprovechado que es una molécula polar ¿?). Tras todos estos artículos, por supuesto «científicos» que recomiendan el uso o la prohibición de determinados alimentos o complementos nutricionales, hay muchos intereses y poco sentido común. Todas las revistas publican recetas milagrosas y dietas saludables, siendo lo más buscado aquello que hace adelgazar. Y por fin me he decidido a desvelar el secreto, el verdadero secreto de adelgazar. Y funciona siempre: el remedio para adelgazar es no comer. Diréis que eso lo sabe todo el mundo, que es de cajón. Entonces, si es tan elemental ¿por qué apenas nadie hace promoción de ello? ¿Acaso porque es una medida barata con la que no se hace negocio? ¿Acaso porque puede derivar en un tufillo de ayuno y abstinencia que huele a sacristía? Pues sé de algunos que se machacan en los gimnasios con más rigor que mil cilicios y disciplinas o que no se levantarían a maitines para elevar su espíritu pero se van a correr de madrugada para cultivar su cuerpo.

No comer adelgaza. Siempre. Otras situaciones también pueden adelgazar pero el que no come, siempre adelgaza. El problema de este simple planteamiento es doble y de perogrullo: primero que se suele pasar hambre, mucha hambre, por lo menos inicialmente. Y segundo, que puede conllevar una desnutrición, una falta de elementos necesarios, imprescindibles, que puede llevarnos a situaciones peligrosas. Por eso siempre se recomienda la supervisión médica cuando se pretende pérdidas de peso importantes, para estar al quite de eventuales disbalances nutricionales que pueden ser arriesgados. No obstante los dos problemas de un simple «no comer», han sido enumerados en su orden de aparición: antes surge el hambre y el malestar por no comer que los problemas de desnutrición. Hasta la desnutrición suele haber margen, mientras que el hambre… no pasa el día sin que arañe las tripas.

Podemos, por tanto, afrontar la solución del sobrepeso desde una perspectiva sencilla y barata: no comer. Pero ¿cómo podemos «engañar» al hambre? Diferentes remedios que van desde las medidas ascéticas a las químicas que llegan hasta proponer la sedación profunda de los pacientes durante días, como una inducción del coma. unas medidas polémicas y en ocasiones verdaderas salvajadas. Pero de todo ello hablaremos en otra ocasión que esta entrada ya se alarga. Cómo engañar al hambre, cómo conseguir no necesitar comer,…(¿es posible?) será nuestro próximo reto.

Fuente: elmedicotraslaverdad.blogspot.com

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