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El medio es el mensaje (Mc Luhan)… Veamos: los toros, ¿ asunto a tratar por un diario dentro de  «vida & ocio» o más bien dentro de su sección cultural?

 

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La dación en pago de la fallida hipoteca tuvo su tiempo (ver aquí). El ébola  también (más aquí). Ahora le toca el turno a los toros de Tordesillas. ¿Y acaso otro día a los toros «embolados«?
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Nada es blanco o negro. MARTIN ARIAS, en «Tauromaquia o como plantarle cara al horror», nos hace reparar en facetas poco conocidas -o advertidas- del fenómeno taurino.

 🙂 A modo de ejercicio mental, sin necesidad de contar con particular interés en la concreta cuestión taurina, recomendamos a quien gusta de conocer la otra cara -normalmente oculta- de las cosas su lectura (particularmente de su tercera página 3 -búsqueda rápida tecleando » ctrl+f » y luego Fraga-), de la que entresacamos lo siguiente:

 … es posible intentar la aproximación, desde el ámbito de la filosofía, a una ética taurina o tauro-ética, como ha propuesto Fernando Savater, … centrando adecuadamente el debate sobre los supuestos «derechos» animales, al precisar que «todo derecho no es más que la institucionalización de la disposición a ponerse en el lugar del otro y respetar en -el lo que en uno mismo cada cual quisiera ver respetado», señalando al hilo de esta reflexión cómo «los toros no son barbarie más que para quienes creen que todo progreso civilizado implica intolerancia radical ante cualquier dolor en lugar de exigencia de sentido ante el sufrimiento…»

Es curioso que hayan tenido que ser pensadores franceses los que supieran ver ese sentido oculto e íntimo de la tauromaquia

Michel Leiris… estableció la relación entre tauromaquia y (…) sexo.

Bataille manifiesta su creencia en que «el hombre puede superar lo que le horroriza, puede mirarlo cara a cara«… Tauromaquia y erotismo. para Bataille, este último es «la aprobación de la vida hasta la muerte»… si bien «somos seres discontinuos, individuos que morimos aisladamente en una aventura ininteligible», al tener «la nostalgia de la continuidad perdida» el erotismo ejercería en nosotros una función ´sagrada` ya que puede sustituir el aislamiento del ser, su discontinuidad, «por un sentimiento de continuidad profunda», mediante la plena confusión de dos seres»… «La sexualidad y la muerte no son más que los momentos agudos de una fiesta que la naturaleza celebra con la multitud inagotable de los seres, pues una y otra tienen el sentido del despilfarro ilimitado al que procede la naturaleza en contra del deseo de durar que es propio de cada ser

… el pase esencial de capa es la verónica, que remite a una figura femenia ejemplar de la iconografía cristiana.

Volviendo a Bataille: «el amante no disgrega menos a la mujer amada que el sacrificador sangriento al hombre o al animal inmolado…

Al mundo de lo sagrado, que es el de la violencia, el exceso y el derroche, pertenecen también la religión y la fiesta. Por oposición a él está el mundo del trabajo y de la razón (mundo profano): el trabajo y la razón son la base de la vida humana, en la que sin embargo siempre subsiste un fondo de violencia, pero el problema estriba en que ese mundo profanotiene a excluir a la violencia, que asusta y a la vez fascina… de ese horror del que nada se quiere saber en el ámbito de lo profano, se hace cargo la fiesta de los toros a la que se ataca, precisamente por eso, desde un mundo del trabajo y de la razón cada vez más hipertrofiado entre nosotros…

Según Bataille, el mundo profano… lo crea el hombre a partir de la instauración de prohibiciones (interdictos) que hacen posible el trabajo..; mientras que el mundo sagrado es aquel que se abre a transgresiones limitadas de esas prohibiciones: es el mundo de la fiesta, de la inversión de los valores, de la dilapidación y del gasto

La guerra… para Bataille es también una transgresión organizada, en este caso del interdicto universal del asesinato. Es el mismo problema que plantea el sacrificio, cuando este supone la inmolación de un ser humano.

 😯 El autor finaliza concluyendo que «la Tauromaquia… nos ofrece una muestra inmejorable de cómo es factible metaforizar, simbolizar, el sacrificio, desplazando la escenificación de una muerte transgresora hacia un animal, un ser no humano». Ahí radicaría el valor antropológico y ético de la tauromaquia, a saber, en la superación del horror mediante lo simbólico.

 

No se trata de si Martín Arias está o no en lo cierto. Se trata más bien de reconocer que cuanto expresa tiene sentido; un sentido que recuerda al de otras prácticas religiososas, prácticamente desaparecidas unas (sacrificios humanos), plenamente vigentes -y aún pujantes- otras (vg. la «Fiesta del Cordero» musulmana, también denominada «Fiesta Grande» -Aid-al Kebir- o de «Celebración del Sacrificio» -Aid al Adha-).    

Fernando Savater, citado por Martín Arias,  refiere la siguiente anécdota: ¿Quién es Bataille? … ¿El fundador del Colegio de Sociología con Roger Callois y Michel Leiris, donde su estudio sobre lo sagrado y el deseo de reincorporarlo con fuerza a la vida les hizo plantearse seriamente la necesidad de realizar un sacrificio humano en Paris, proyecto aplazado por falta de víctima idónea»

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Entre
mociones de reconoc
imiento y protección a esta suerte de festejos (por su entronque con la tradición y valor turístico), prohibiciones absolutas (para contento de otros lobbies de mayor tirón y en su caso reafirmación del hecho diferencial político -frente al resto del territorio u otro partido-) y permisividad / tolerancia (por razón de respeto / prudencia en materia de manifestaciones religiosas) anda el juego. Hoy como ayer -en tiempos de Fraga-.  

 

19-sept-2015

 

Por increíble que parezca, el enconado debate sobre la brutalidad del Toro de la Vega tuvo lugar hace más de medio siglo, en pleno franquismo. En diciembre de 1963, una circular del Ministerio de Gobernación prohibió la crueldad con animales en los festejos populares, con lo que la bárbara celebración de Tordesillas quedó en suspenso hasta 1977. Ya en democracia, el Toro de la Vega volvió a ser lanceado cada mes de septiembre como una muestra del retorno (¡ay!) “de las libertades”.
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La Circular 32/1963 prohibía “cualquier fiesta taurina que no fuera la corrida de toroscomercial “normativizada”, tratando de establecer así una separación radical entre el “arte” de las corridas de toros, que se deseaba prestigiar, y el salvajismo y mal gusto del resto de festejos populares y tradicionales en los que el toro tenía protagonismo, que se pretendía erradicar”, escribe Juan Carlos Blanco en El País. Las imágenes difundidas por el NoDo de la brutal celebración escandalizaron incluso a tipos con la piel tan dura como Fraga Iribarne, que firmó la circular.
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Al año siguiente, se produjeron serios enfrentamientos entre los vecinos y los agentes de la Guardia Civil (no existía aún nada parecido a defensores de los derechos de los animales). Pero ni siquiera la Guardia Civil consiguió evitar que dos lanceros mataran al toro, aunque fueron detenidos y golpeados en el cuartelillo, como mandaban los cánones de la Benemérita.

Durante los siguientes años tuvo lugar un pulso entre el Gobierno y las autoridades locales. Éstas pedían permiso para continuar con esta “tradición, tan querida” por los vecinos de Tordesillas. Una comisión encabezada por el alcalde y varios miembros de la Falange viajaron a Madrid en 1966 para intentar la revocación de la prohibición. No lo lograron, pero al menos fue autorizada una modalidad más suave del tormento, sin muerte del toro.

La versión descafeinada de la fiesta no convencía a los vecinos, tal y como recoge El Norte de Castilla:

«Ahora, mire usted, ya esto no es como antes. La prueba es que cada año viene menos gente», se lamentaban al periodista: «El toro, ahora, tiene la vida ganada de antemano. Y el Toro Vega es, o era, la lucha de un buen atleta por la vida. Dicen que no se puede matar porque el toro sufre mucho. ¿Y esas corridas en que se les pincha una y otra vez, se les pica, se les apuntilla? ¿Ahí qué pasa?».

En 1970, el lobby taurino, encabezado por Gregorio Marañón Moya y Antolín de Santiago, consiguieron que las autoridades volvieran a autorizar la modalidad “tradicional”, esto es acabando con la vida del toro. Desde entonces viene celebrándose en su modalidad actual, por más que la circular de Fraga no fuera derogada hasta 1977. El Toro de la Vega es Fiesta de Interés Turístico Nacional desde 1980. Le llaman democracia y tururú.

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Con información de El Norte de Castilla, El País, Patronato del Toro de la Vega,La Gaceta y Wikipedia.

 

Fuentehttp://blogs.publico.es/strambotic/2015/09/franco-toro/

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